sábado

No era un día normal. Había sol pero hacía frio. Llegamos los dos impuntualmente pero a la vez tan puntuales. Hoy no tenías ese gorrito llamativo, ni tampoco los auriculares puestos. Te saludé como lo haciamos siempre. Tenías un tono de voz distinto, o yo lo escuché así. Más tranquilo, más relajado. Fuimos a ese lugar. cartuza, según vos... Ya me aprendí el caminito, ya no me pierdo. Nos sentamos, bah, yo me senté, en ese tronquito que queda al lado del arroyito, vos te quedaste parado, moviendote de lado a lado, inquito como siempre. Me preguntaste que pensaba, como lo haces habitualmente cada vez que me quedo callada. Te mentí, te dije que nada, cuando en realidad pensaba cientas de cosas. Pensaba en el tema que escuché en la radio cuando fuí a buscar la comida, pensaba en una peli, pensaba en vos, en mi, en "nosotros" (si es que existe ese nosotros), y pensaba en muchas otras cosas que no vienen al caso. Me dijiste tantas cosas y lo punico que me pediste es qeu te crea. Lo intenté. Lo intento para ser más exacta. Pasaron muchas cosas. Palabras con y sin sentido. Comentarios en el aire, el roce de tu mano, tus preguntas que no supe responder, o tral vez si, pero no queria o no sabía como hacerlo en el momento. Esa mano fría como el mármol, ese escalofríos que me recorre la espalda. Esa risita nerviosa, la forma en que respirás. La forma en que me comprendiste. Todo siguió igual, pero a la vez cambió. Me dijiste que te gustaria quedarte así, juntos, tranquilos, sin nadie más, para siempre. Lo pensé, lo analicé y lo dude. Un comentario gracioso y colgado hizo que volvamos a la realidad. Me senté en el tronquito otra vez. Tarareaba una canción. Me pediste que cantara, me negué. El sonido del agua correr atiborro todo. Solamente quedó el eco de tus palabras y el sonido de tus besos.

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